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Los Porsche bloqueados en Rusia: cuando el coche depende de la nube

Desde finales noviembre de 2025, cientos de propietarios de vehículos Porsche en Rusia se encuentran con una situación inesperada: sus coches, en su mayoría modelos fabricados a partir de 2013, dejaron de arrancar de forma repentina. El fallo no está en el motor ni en la electrónica básica, sino en un sistema de seguridad avanzado: el Porsche Vehicle Tracking System (VTS).

El VTS es un sistema antirrobo conectado que combina posicionamiento por satélite, conectividad móvil y validación remota a través de una infraestructura telemática. Su función es detectar robos o manipulaciones y, en caso de comportamiento anómalo, puede activar el inmovilizador del vehículo. En condiciones normales, este sistema opera de manera autónoma, sin intervención del conductor.

En el caso ruso, concesionarios como el grupo Rolf confirmaron que el problema se relaciona con una pérdida total de conectividad del VTS con su infraestructura central, lo que provoca que los coches entren en un estado de protección. Como resultado, el vehículo queda inmovilizado aunque no existiera ningún intento de robo.

Porsche suspendió todas sus operaciones comerciales en Rusia en 2022, tras la invasión de Ucrania. Durante años, los sistemas conectados siguieron funcionando con aparente normalidad, lo que sugiere que la infraestructura digital se mantuvo activa, aunque probablemente sin mantenimiento prioritario. Este tipo de plataformas no suele fallar de forma gradual: basta con que expire un certificado, se cierre un endpoint o finalice un contrato crítico para que el servicio deje de responder de manera abrupta.

Una de las teorías más plausibles apunta a la cadena contractual que sostiene la conectividad del VTS. Estos sistemas suelen estar externalizados a proveedores telemáticos globales, que gestionan tanto el hardware como las SIM M2M (machine-to-machine) y el backend de comunicaciones. En este escenario, el corte no se produciría por un fallo técnico puntual, sino por la no renovación de contratos de conectividad o roaming, algo coherente con el régimen de sanciones internacionales y con la imposibilidad legal de realizar ciertos pagos transfronterizos. Desde el punto de vista del coche, la consecuencia es la misma: el “silencio” del backend se interpreta como una situación de riesgo y activa el inmovilizador.

Ante la situación, algunos propietarios han logrado soluciones temporales —como desconectar la batería durante horas o reiniciar manualmente el módulo VTS—, pero no existe una solución estructural. Cambiar la SIM del vehículo no sirve, ya que estos sistemas utilizan identidades criptográficas vinculadas al hardware y al servicio remoto. El concesionario tampoco puede sustituir la infraestructura central, que escapa completamente a su control.

En un comunicado a The Register, Porsche afirmó que ningún otro mercado se ha visto afectado y encuadró el incidente en términos de ciberseguridad, destacando sus procesos de protección y comunicación segura. Sin embargo, evitó detallar la causa concreta del problema o confirmar si está relacionado con la retirada de servicios en Rusia.

Más allá del caso concreto, el episodio pone de relieve una cuestión de fondo: los coches modernos ya no son sistemas autónomos, sino nodos dentro de una infraestructura digital controlada por terceros. Cuando esa infraestructura desaparece —por razones comerciales, legales o geopolíticas—, el vehículo puede quedar funcionalmente inutilizado sin que exista un fallo mecánico. Un precedente que anticipa debates regulatorios sobre propiedad, dependencia tecnológica y el futuro del automóvil (y otros muchos sistemas) conectado.

Electrónica, Cloud

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